viernes, 17 de diciembre de 2010

LLEGAR A UN DESTINO EN CAMIONETICA CARAQUEÑAS

Que mejor que los estudiantes (personajes sin vehículo icónicos de las mañanas caraqueñas) para comprender los golpes rudos que las calles citadinas lanzan sin importar su peso haciéndonos sentir agotados y exaltados, donde nos encontramos situaciones bizarras que alimentan nuestro archivero cerebral de anécdotas.
El sistema de transporte Venezolano es un medio pintoresco, donde las situaciones cotidianas pero extrañas embargan las mañanas, tardes y noches del venezolano. Este transporte terrestre conocido como autobús y renombrado por el ciudadano “como camioneticas por puesto” es un abuso a la integridad física-psicológica de toda persona, no nos caigamos a mentiras, ni lo tomemos como guachafita, pues todos sabemos que la única comparación eficiente y justa que podemos aplicarles a dichos transportes seria con otra camionetica por puesto que haga alguna otra ruta, ¿Cómo es esto? Bien sencillo, las camioneticas caraqueñas son todo un caso digno de estudio, documentales y películas, en ellas ocurren situaciones extrañas y peculiares que no tienen sentido para ninguna persona cuerda, pero que sin embargo hacen que nos sintamos venezolanos, porque esas peculiaridades únicas no se repiten en ningún otro lugar del mundo.
¿A que se debe esta introducción? Pues, a la frustración interna que cada uno de los estudiantes y ciudadanos, como yo, contiene retenida y almacenada en el disco duro de su cuerpo, que ha medida del tiempo se va sobre cargando de virus invencibles recogidos en cada una de nuestras aventuras en las camionetas de pasajeros, infecciones que terminan por destruir al sistema madre de nuestro organismo.
En primer lugar, las características de las gloriosas camioneticas traspasan los límites de cualquiera teoría, definitivamente hemos descubierto que la ley física de impenetrabilidad de la materia (que pretende que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo) es una total patraña, por que indudablemente el montarse en una camionetica a la hora pico, desmiente mas de una de las leyes físicas mundiales, donde todos nos convertimos en una especie de plastilina moldeable al espacio que quede, alimentados por el deseo de llegar rápido a un sitio y las ganas de ser responsable en algo. El problema no es problema cuando estamos acostumbrados a ello, cuando ya sabemos que respiramos los sobrantes de los desechos del oxigeno que supuestamente es limpio pero ha pasado por los pulmones de media camionetica, cuando sabemos que la señora que esta a nuestro lado merece un puesto pero no lo obtiene, cuando observamos como la madre mira horrendo a su hijo que llora pero no lo consuela, cuando escuchamos la música que no nos gusta oír y muchos otros “cuando”.
Pero esperen un minuto, que todo esto no seria posible sin los personajes repetitivos que ambientan las camioneticas, que día a día se consiguen en cada una de ellas y simplemente no pueden ser exterminados de la cotidianidad que rodea a estos transportes. El primer integrante del clan o la liga de superhéroes diarios de las busetas, es sin lugar a duda el chofer que sigue el mismo patrón de los demás como si estos salieran de la misma fabrica y se les hiciera solo para manejar autobuses, para frenar de manera indecente y brusca como si manejaran un tractor, sin fijarse si están en el medio de la calle o en una acera solo quieren dejar a los pasajeros donde estos con un “por donde puedas”, “déjeme por aquí” o tal vez un “achántala eeeh déjeme” dan dato de que se quieren bajar de la camioneta.
El segundo personaje icónico de los autobuses es el pasajero cantante reprimido que nunca fue o quiso ser famoso, pero sin embargo se sabe todo el repertorio de canciones de un genero especifico, y tararea las mil y una letras de las melodías muy pintorescas y variadas que coloca el chofer a todo volumen, en su mayoría vallenato, reggaetón, salsa baúl (ni idea porque baúl, pero así les dicen, será que las sacan de un cofre después de buscarla con un mapa), merengue dominicano, joropo, o cualquier otro genero con suficiente ritmo para acabar con los oídos de los pobres usuarios.
Una variante o subgéneros de estos son los “bulleros silenciosos” (con todo el sentido sarcástico del nombre), que desafían de manera impresionante lo que verdaderamente los audífonos y reproductores mp3/mp4 tiene como objetivo, que no es mas que la privacidad de escuchar música sin molestar al otro, pero estamos hablando de una camioneta caraqueña algo errante tendría que ocurrir con dichos artefactos, y es que no son aparatos que te garantice privacidad y armonía para los demás cuando oyes la música a un volumen ensordecedor, que por tanto ocasiona que todos los que están en el bus oigan lo que tu oyes, convirtiéndose entonces el autobús en un concierto de sonidos provenientes de los auriculares de los pasajeros con reproductores musicales. Aunque, también dichos sonidos perturbantes podrían provenir de los adictos al teléfono celular, que están en constante movimiento y desarrollo de los pulgares al escribir centenares de mensajes en un corto plazo de tiempo, o probar los 500 tonos polifónicos y monofónicos del teléfono para saber cual es el que va con su estado anímico del día, cambiando bruscamente el de nosotros.

Lamentablemente, si te sientes identificado con esta verborrea cerebral, entonces considérate un ganador de maratón, solo el hecho de decir que has sobrevivido a tantas penurias desde el comienzo de tu día, te debería colocar en el estatus de héroe que sabe que aquellas circunstancias extrañas son irremediables y solo nos tenemos que acostumbrar a ellas.

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